Básicamente supone anteponer a las verdaderas necesidades personales una apariencia concreta y sentir la obligación de mantener una imagen que represente las características de un éxito personal impuesto.
¿Por qué más se caracteriza?
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Evitar mirar de forma honesta los recursos reales y alcanzables
Si en ocasiones te pillas queriendo alcanzar algo ya y pones tus esfuerzos y foco en el resultado de ser una persona brillante, un jefe memorable o una empresa influyente, corres el riesgo de saltarte los pasos que realmente te llevarán hasta allí. ¿Por qué hacemos esto?
Desde pequeños estamos acostumbrados a “modelar” y a aprender de otros, de figuras de autoridad que nos impactan o tomar prestado del entorno social formas de ser que se identifican con notoriedad, prestigio y triunfo.
Nos sirve de modelo de aprendizaje y una forma de sentirnos reconocidos. Es una herramienta muy válida para inspirarnos en quienes han conseguido antes lo que anhelamos.
Tu talento es único y este tipo de herramientas tienen fecha de caducidad porque si no, en vez de desarrollarte te conviertes en una copia.
¿Hasta cuando usar estas estrategias? Hasta que te sientas adulto en tus fortalezas y te des permiso para proyectar tu propia singularidad.